sábado, 23 de mayo de 2009

Por Pata Negra...

(Largacambiada.blogspot.com)

Cuando Latoso corneó a Pata Negra la plaza entera fue un solo grito. Las nubes negras de la tormenta se amontonaban en el lado sur, del lado de la bandera. Fue certera. Caballo y jinete se fueron hacia los cielos y salieron del encuadre de la cámara. El toro se ensañó con el caballo y Hermoso de Mendoza, loco de dolor y de rabia, se fue hacia el toro a cuerpo limpio para detener su embestida. Lo logró. Se llevó las manos a la cabeza y no perdió la vista del amigo fiel hasta que salió por la puerta de cuadrillas en una imagen espantosa.Una de las tres palomas que esta tarde hicieron el paseíllo en el programa de mano, levantó el vuelo y en aleteo vertiginoso se posó en el alfeizar de una ventana del patio. Después se acercó sigilosamente.

Del lagrimal del caballo brotaba una gota de agua limpia. La paloma susurró:

Caballito de nácar y terciopelo
esta noche sin luna serás mi cielo.
Caballito de plata con piel de seda
esta noche sin luna serás mi estrella.

Y entretanto en el ruedo, las otras dos palomas sobrevolaban la estampa del centauro Hermoso. Siguió la fiesta y murió Latoso, inconsciente de la tragedia que había causado. Ya nada fue igual, porque cuando el caballito de cielo y estrella cerró los ojos para dormir una eterna espera, la tormenta de mayo se llevó por delante la belleza de Montes con la garrocha, los quiebros impecables de Pablo y los elegantes pasos de la cuadra de Fermín Bohórquez. No te rindas Pata Negra: ¡Esta noche sin luna eres la estrella!