domingo, 2 de agosto de 2009

Hubo corridas en Houston por 1960...

“Don Bull” usted no es exclusivo Houston ya dio corridas

En Estados Unidos hay antecedentes de corridas de postín

Por Julián Parra Díaz

Hablando con el periodista taurino Alberto Lopera de RCN, me contó que en varias oportunidades ha podido comentar con el maestro español Paco Camino (el niño sabio de Camas, en la foto), sobre su participación en una corrida muy publicitada y nombrada en Houston-Texas Estados Unidos, en 1966, en la que también hizo parte del cartel el maestro Antonio Ordóñez y el mexicano Jaime Bravo, un torero azteca de gran recordación, sobre todo por su incursión en las distintas pasarelas de Hollywood y quien a la postre se casó con la hija de un Presidente guatemalteco y ella, la esposa, en un trágico acontecimiento, se suicidó en Bogotá, en una visita de su marido a la capital colombiana.

Me contó Lopera que en una ocasión Paco Camino, expresó que en aquel momento cobró Usd 12.000 (doce mil dólares) y que Antonio Ordóñez Usd 14.000 (catorce mil dólares) y remató el comentario Camino diciendo “fueron los doce mil dólares que me he ganado de manera más fácil”….Pregunto ¿algo así sucederá en La Vegas en el mes de septiembre con Enrique Ponce, “El Juli” y todas las figuras que van?

En aquella corrida de 1966 en el coliseo Astrodome de Houstome-Texas, instalaron un tablero electrónico y le iban indicando al público, poco conocedor de tauromaquia que hacer, entonces aparecía la palabra ooolé, cuando querían que el público acompañara algo buen y la expresión “buuuus”, cuando de protestar se tratara.

En el portal “Noticias Taurinas”, encontré un escrito que nos termina de ilustrar sobre el tema en particular.

Pero de original, la tal puntada no tiene nada. Sin duda fue más sonada y costosa la serie de “corridas incruentas” que con ganado adquirido en dehesas del norte de nuestro país se montó en el Astrodome de Houston allá por 1966. El coliseo texano se acondicionó sin escatimar esfuerzos, con narrador simultáneo en inglés y pizarra electrónica para dirigir las manifestaciones del público primerizo mediante un repertorio que iba del oooole entusiasta a los buuus de protesta. Participaron del experimento figuras tan importantes como Antonio Ordóñez y Paco Camino, pero quien despertó los mayores entusiasmos fue nuestro paisano Jaime Bravo, terror de las actricitas hollywoodenses que acudían a aclamar sus circenses exhibiciones en las fronterizas Tijuana y Ciudad Juárez. La clara preferencia de los curiosos del Astrodome por Míster Bravo –como lo denominaba en sus crónicas el gran Juan Pellicer–, le están indicando al despistado señor Haces la conveniencia de incorporar a su elenco a gente como Manuel Díaz –el hijo no reconocido pero perfectamente reconocible de Manuel Benítez– o El Fandi, cuyos segundos tercios seguramente harían delirar en Las Vegas a turistas debidamente estimulados en cuerpo y alma para mejor gozar del exótico espectáculo. Claro que para ello tendría que reforzarse la protección adosada a lomos y morrillos de las menudencias cornudas, en aquel entonces consistente en colchonetas de un textil bastante resistente. Se veían ridículas, dicho sea de paso. Y como también se anuncian ahora corridas de rejones, es de suponer que incluirán el acto de los forcados, de instantáneo efecto entre públicos ingenuos, aunque vaya a suponer riesgos físicos mayores –aunque incruentos– para los infortunados animalejos. Sobre cuya suerte posterior –una vez retornados al corral– habría que informarse debidamente. Pues no es remoto que sean impunemente sacrificados, luego de evitar en el postizo ruedo el derramamiento de sangre, un detalle fundamental para la fina sensibilidad norteamericana. Por lo demás, el circo taurino anunciado por don Pedro Haces no se presenta por primera vez ni siquiera en Las Vegas mismo, pues allá por 1977, Curro Rivera alternó con algunos espadas segundones en otra serie de corridas incruentas.

ítem

Amantes del rodeo –que no es sino una derivación vaquera de nuestro tradicionales jaripeos–, los norteamericanos de los fronterizos estados de California, Texas, Arizona y Nuevo México llevan bastantes años degustando un híbrido disfrazado de fiesta brava. Hay incluso por allá ganaderías con simiente mexicana y española, y es frecuente que diestros de tercer nivel, mexicanos pero también europeos, boletín a las redacciones taurinas sobre actuaciones suyas por aquellos lares. Lo que termina de desmentir las supuestas primicias de Pedro Haces y asociados.