sábado, 9 de enero de 2010

Brillan Castella y Juli ante noble encierro en Manizales.

Por Pedro Abad-Schuster

Un sol esplendoroso y la plaza casi llena. César Rincón envió a Manizales seis toros de su ganadería colombiana Las Ventas del Espíritu Santo, desiguales en presentación, cuatro de ellos bordeaban el peso mínimo de la ley. Sólo mostró bravura el tercero, de gran clase, pero fue discutido el indulto. Apenas picados, los toros han sido manejables en la muleta por su nobleza, con lo que traían fue suficiente para Castella y Juli que brillaron con su actuación; Castella, triunfador absoluto de Quito y Juli, triunfador absoluto de Cali salieron a hombros por la puerta grande de Manizales.

Sebastián Castella, en su primero, el del indulto, el bravo toro de 442 kilos fue franco por el pitón derecho y el francés toreo con temple y suavidad, una faena desde el capote hasta la muleta de gran calidad, que convirtió la plaza en un volcán y puso a sonar el pasodoble Feria de Manizales, reservado para faenas sublimes, y recibió al final las dos orejas simbólicas. Con el quinto, de 440 kilos, un toro tardo en la embestida que se acabó muy pronto, arrimón de miedo, estocada baja para una oreja.

Julián López El Juli, obtiene una oreja con su primero de 446 kilos, un toro suavón y remolón, al que cogió rápido el aire el madrileño y le obligó a rendirse; fue una cátedra de tauromaquia; buena estocada y la oreja pareció poco para la obra. Con el cuarto de la tarde, dos orejas para El Juli. Fue un toro aplomado de 500 kilos, El Juli ha toreado con mano baja, y toreo encimista, gran entrega y dominio de figura del toreo; remató de gran estocada para dos orejas en medio de gritos de torero, torero. El manso fue pitado en el arrastre, como casi toda la corrida.

El colombiano Juan Solanilla, administrador de empresas de 23 años de edad, que tomaba la alternativa de manos de El Juli, saludos en su primero y oreja con el que cerró plaza. Su lote no fue propicio tampoco. El de la alternativa, de 486 kilos, toro rajado de embestidas sosas y poca transmisión, faena voluntariosa tanto de capa como de muleta. Al que cerraba plaza le cortó una oreja, un manso de 440 kilos con el que debió jugarse la piel en una pelea larga y tenaz, daba muletazo de uno en uno al borde de la cogida, estocada vertical para una exigida y merecida oreja. El video de la corrida está pendiente en el próximo artículo.